jueves, 15 de julio de 2010

Jesus!

"Roughly as many Americans say Jesus Christ will return to earth in the next 40 years (41%) as say he won’t make an appearance by 2050"

"Diría que soy budista", nos explicó un amigo de origen indio en Washington, que había crecido escuchando sermones cristianos, parte de su familia practicaba el hinduismo y ahora él había decidido ayunar en los días de ramadán.

Cuando el atardecer cayó en un parque escuchando un concierto de jazz, tenía preparadas las galletas Oreo y el vino tinto para llenarse el estómago. Según nos explicó, había decidido ayunar cada día como cualquier otro creyente musulmán para compartir con su primo el sacrificio y la fiesta cuando fuera a visitarlo a Florida para el día del "Eid al Fitr", la celebración de tres jornadas que sigue al fin de este período dictado por el Islam.

La cita anterior contrasta con la historia de este personaje, pero sólo quería añadirla para que se entienda como el simplismo tan hiperbólico con el que algunos abrazan la fe en este país es tan habitual como la compleja identidad y experiencias religiosas de sus habitantes.

De esto, poco entendemos en nuestros casi mono católicos países.

lunes, 12 de julio de 2010

Soccer


La fiebre mundialera llegó a Estados Unidos como nunca antes había llegado, pero nada comparable a lo que en otros continentes viven, por descontado. Este "Losantos del youtube" advierte de sus peligros, como buen ejemplo de ese pensamiento tan arraigado en el corazón de la "real America" que algunos políticos de la ultraderecha claman.

No desmenuzaré los pormenores de estas filosofías que dan para mil tesis y doctorados. Sólo diré que no es para tanto.

viernes, 9 de julio de 2010

De chanclas por Washington

Cuando les he visto desembarcar del autobús y entrar al cine, tenía claro qué periodistas eran de Los Ángeles y cuáles de aquí sólo por ver cómo vestían. Porque ¿quién se va a poner chanclas en Washington para ir a trabajar?

Me refiero a una curiosa rueda de prensa que ha traído al glamuroso mundo angelino a la aburrida y gris Washington. Aquí manda la formalidad, como ya comenté, y vestirse para ir al trabajo es para muchos ponerse el uniforme. Enseguida me ha alegrado ver gente vestida con colores y sonriente, aunque lo que más me ha impactado ha sido la conversación de la sobremesa.

Según me contaba una compañera que vive cuatro años en "la meca" del cine, después de esa ciudad, nada puede ser más divertido para trabajar como periodista. Que en Washington les paguen el avión, una suite presidencial en un hotelazo del barrio más pijo de la capital, cena y transporte en la ciudad, y un tour en plan turistas es prácticamente lo mínimo a lo que están acostumbrados.

Tres días en un resort en la playa, sí. Cenas de gala y viajes pagados a donde vayan las estrellas. Y más, mucho más. No todas las empresas lo aceptan. Muchos medios de comunicación prohíben por ética periodística ese tipo de tratamiento especial, pero otros aceptan esa vida de reyes. Toca adaptarse a ella y tragar alguna indigestión cinéfila por demasiadas americanadas, si quieres "construir relaciones" y conseguir entrevistas.

¿Y qué pasa con el resultado periodístico? Se nota, me comentaban. Se nota....

Cuatro de Julio






Pasó mi primer Cuatro julio sin pena ni gloria, como todas la fiestas de todos los países que conozco: comiendo y bebiendo hasta reventar. Entretenido y placentero, claro. Por supuesto me concedí mi dosis de americanismo con una banderita izada en mi casita blanca y aplaudiendo a los héroes del desfile patriótico de Washington.

Hay que reconocer que son originales, porque mientras veía desfilar al coche de Regreso al futuro, Bugs Bunny junto a personajes vestidos de Abraham Lincoln, Benjamin Franklin o súper Obama, pensaba en las mortíferas y pretenciosas procesiones de las Fallas para la ofrenda de la virgen en Valencia, o los "viva españa" que suenan a historia carcomida durante el Día de la Hispanidad. Con todos mis respetos, me quedo con esto. Sin embargo, me quedo con Valencia y mi Nit de l'Albà en Elche cuando vi los fuegos. Igual que no me di cuenta hasta que salí de Elche de que estábamos invadidos por palmeras, ahora me percato de qué pirómanos somos en nuestro mediterráneo valenciano.

A 30 grados a la sombra, un amigo me contó que salir en ese desfile que tenía el honor de presenciar era para esos chiquillos armados con sus trombones y sus vestidos decimonónicos y asfixiantes "once in a lifetime chance". Aunque les diera un soponcio. Parece bonito.