miércoles, 10 de febrero de 2010

Generación Electrocutada




El sábado unas dos mil personas se reunieron en Dupont Circle, una plaza en Washington para tirarse bolas de nieve como niños. Era una jauría de adultos sacando de sí mismos su rebeldía infantil. Había para todos los gustos: un chaval vestido un robot, un medio hippy sin camiseta corriendo en medio de la nieve y un superman vestido a lo tejano que se lanzaba a volar sobre la nieve. Mientras, los gritos de guerra a lo "Braveheart" y el ondeo de banderas pintaban una escena entre la comedia, el ridículo y la demencia.

Todos fueron convocados vía Facebook.

Ayer descubrí que están repitiendo la experiencia para organizar un "flash mob": una turba o multitud reunida un día sin motivo alguno más que para probarlo y tal vez bailar juntos un par de pasos aprendidos mediante Youtube.

Al enterarme de esto, me imaginé el metro colapsado y pensé en cuanto me fascina como me asusta el potencial del mundo digital.

El programa Frontline ha producido un excelente reportaje sobre todos sus dilemas, Digital National. El documento indaga en debates espeluznantes como el de una nueva generación -la mía y la tuya- que en lugar de escribir redacciones, escribe párrafos mientras consulta Facebook.

Este nuevo sujeto digital vive en el "multitasking" infinito: mil ventanas abiertas en tu explorador, consultas tu correo electrónico, el teléfono suena, por Skype te hablan y al mismo tiempo lees cinco periódicos. El efecto reiterado y diario de esta forma de trabajar y vivir nos convierte en seres "electrocutados por la distracción continua" y abre un nuevo mundo de exploración del pensamiento difícil de aprehender y de reconocer sus beneficios y perjuicios.

En Estados Unidos, ves ese individuo más extendido e integrado en el trabajo y en cada rincón de tu vida.

De camino al trabajo, todos teclean un Blackberry en el metro, las ruedas de prensa son teleconferencias y mi jefa dirige la redacción y todo Efe América desde el Skype. Existen ya puntos de encuentros virtuales de grandes empresas que han vaciado edificios para que la gente trabaje en su casa e interactúe en oficinas virtuales construidas a su gusto y según la imaginación de cada uno.

La digitalización incluso llega a un padre de familia que va a la guerra después de desayunar. Por la mañana, da un beso a su hijo, conduce su coche a un centro militar en Nevada y desde allí dispara en Irak y Afganistán. Las reglas le obligan, sin embargo, a vestir uniforme de piloto.

En la vida social, la gente ajusta su perfil de Facebook como si fuera una tarjeta de presentación modélica y sin fin. Me llama la atención que los americanos siempre rellenan los apartados de intereses, música y películas favoritas hasta el último detalle y con sumo cuidado. Un amigo nos preguntó a una italiana y a mí porque nosotros no. "¿Cómo voy a saber que os gusta si no lo escribís en Facebook?", se atrevió a decir. Mi amiga contestó: "Pues, pregúntamelo".

Esa irrealidad perpetua e hipercomunicación mediada hace imposible desconectarse del chat, de los comentarios de fotos, de los mensajitos del muro y de todo ese parque ficticio de amigos en el que continuamente hablas y te comunicas, aunque al final del día "We are all together alone".

Asusta aún más si lo ves en los niños. Aquí existen ya escuelas enteras organizadas según métodos de aprendizaje basados en videojuegos. Otras eligieron la inmersión en el mundo de los portátiles y ahora sus alumnos se miran al espejo a través de su webcam. Eso sí: el éxito escolar aumenta.

Después de una semana de nieve e Internet como único contacto con el mundo exterior, confieso que tengo un libro a mi lado sin abrir todavía, me ha costado escribir este post sin consultar otras ventanas y fui también a la "Snowball fight" convocada por Facebook.

Sí, qué le voy a hacer, soy parte de la generación electrocutada. Cuando vine a Estados Unidos hace unos años, ya me llamó la atención. Por entonces, Facebook acababa de aterrizar en sus vidas y el IPhone acaba de saltar al mercado. Dos años después, IPad deslumbra, tengo casi medio millar de amigos en Facebook y me he abierto una cuenta Twitter.

Estados Unidos nos adelanta para bien y para mal en esta inmersión virtual y es aconsejable observarlo para estar atentos hacia dónde vamos y cómo llevarlo.

Por el momento, mi única recomendación, si a alguien le sirve, es que hay que aprender tanto a conectar como a saber desconectar.

1 comentario:

  1. un retrato muy fiel de lo que nos encontramos cada día. Y no lo negaré mi viva estampa, con la salvedad que aún no he sucumbido al atractivo iPhone.

    si puedes ir al flash mov, ve! Son lo más!

    Besos electrocutados

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