miércoles, 17 de febrero de 2010

Botas

Me he encontrado a mi compañera de piso en el salón con cara asustada. Acababa de colgar el teléfono.

"He visto la historia más triste de mi vida", me dice.

De vuelta a casa, se había encontrado a un vagabundo al que le habían quitado los zapatos. Estaba acurrucado descalzo en un rincón. Tenía miedo. Miraba a las sombras y escuchaba los pasos de la gente como esperando algo.

Tal vez sólo le habían quitado los zapatos. Posiblemente, había sido otro vagabundo.

"¿Quién sino le podía quitar unos zapatos?", me preguntó indignada. A mí y al resto de la humanidad.

En esta ciudad y durante esta nevada, había unas 6.300 personas durmiendo en la calle.

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