martes, 1 de junio de 2010

Sir Paul

Hoy he estado con Paul Mc Cartney. Pese a que tengo una maleta por hacer, ropa por lavar y un viaje por preparar, me concedo estos minutos para dejar constancia en mi memoria cibernética de este día beatle.

Le hemos esperado más de tres cuartos de hora, pero ha entrado como si nada, como uno más, como si no fuera una leyenda viva, como si el mundo no cayese a sus pies a su paso... Y lo ha hecho y Paul le ha pedido al periodista que tuviese cuidado de no tropezar.

Should I say something?, se ha estrenado ante los micrófonos con sonrisa inteligente y silenciosa, y ha procedido a dar las gracias caballerosamente como el sir que es de jure y de facto.

Los periodistas ansiosos por confesarle su máxima devoción se han entregado a preguntas elaboradas, que han practicado la noche anterior frente a su esposa, que se han escrito en un papel y que han rumiado desde que tenían quince años.

El primero es un loco, que vinilo en mano le habla de sus amigos y de cuánto escucharon al grupo. Y sir Paul le recuerda que es una rueda de prensa y que después se lo firmará (y lo hace).

El segundo es padre desde hace cinco días y adivina cuál es el segundo nombre del recién nacido. Yes, McCartney. Las preguntas, de coleccionista y beatlemaníaco, desempolvan un par de historias del recuerdo para la posteridad. Entre otras, una borrachera en Key West que explica los versos de "Here today" que dicen "What about the night we cried? Because there wasn't any reason left to keep it all inside".


Y tras una rueda de preguntas que no van más allá de lo yo sabido, Sir se despide entre una avalancha de periodistas que se vuelca con sus discos y libretas a por la firma para su hermana, su tío o ese bebé que ya habrá escuchado a los Beatles.

La sala se queda vacía de estrellas y yo me doy cuenta de que estoy encima de una silla grabando cómo se marcha, como si nada hubiera pasado.

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