sábado, 21 de agosto de 2010

Ruedas de prensa mortíferas


Hay ruedas de prensa mortíferas, pero la de una mañana del 22 de enero de 1987 supera a todas.

Este será mi único desliz de humor negro fácil porque lo que ocurrió en una oficina del Tesoro del estado de Pensilvania le revuelve a una las tripas tan solo con leer un par de citas del discurso final del entonces jefe del Tesoro de Pensilvania, Budd Dwyer.

Estaba a solo un día de entrar en prisión para cumplir una sentencia de 55 años por varias causas relacionadas con un sonado caso de corrupción.

"No queréis guardar vuestro equipo", advirtió a un par de periodistas de televisión que recogían sus bártulos en una rueda de prensa.

El hombre de 47 años repartió un par de sobres y sacó un revólver. Los reporteros, que pensaban que iban a escribir la noticia de su dimisión, gritaron, algunos salieron corriendo de la sala, el caos se adueñó de una escena televisada en directo por canales locales.

"Por favor, abandonad la sala si esto os ofende", había aconsejado sudando y con la cara enrojecida.

Algunos realizadores encargados de la señal tomaron tal vez una de las decisiones más sabias de su vida profesional: congelaron la imagen justo en el momento en que Dwyer se puso la pistola en la boca.
Pero el sonido no se paró y los telespectadores escucharon el disparo mientras aquella estampa para la eternidad, aquella metáfora televisiva improvisada contaba el resto en pleno directo.



Durante el Gobierno de Ronald Reagan, en un estado donde estaban en juego la balanza entre demócratas y republicanos, aquel político vivió un tortuoso rosario de acoso mediático y judicial. Siempre defendió su inocencia. En su discurso final pidió perdón por haber votado a favor de la pena de muerte y defendió su gesto como una causa por un sistema judicial limpio y justo.

Leyó un discurso en el que atacó a rivales políticos y medios de comunicación.

Al terminarlo, dejó el papel a un lado y dijo antes de disparar.

I've repeatedly said that I'm not going to resign as State Treasurer. After many hours of thought and meditation I've made a decision that should not be an example to anyone because it is unique to my situation. Last May I told you that after the trial, I would give you the story of the decade. To those of you who are shallow, the events of this morning will be that story. But to those of you with depth and concern the real story will be what I hope and pray results from this morning--in the coming months and years, the development of a true Justice System here in the United States. I am going to die in office in an effort to "...see if the shame[-ful] facts, spread out in all their shame, will not burn through our civic shamelessness and set fire to American pride." Please tell my story on every radio and television station and in every newspaper and magazine in the U.S.. Please leave immediately if you have a weak stomach or mind since I don't want to cause physical or mental distress. Joanne, Rob, DeeDee - I love you! Thank you for making my life so happy. Good bye to you all on the count of 3. Please make sure that the sacrifice of my life is not in vain.

El periodista Fred Cusick del periódico The Philadelphia Inquirer dijo al New York Times: "Tendría que haber corrido y cogerlo cuando abrió aquel sobre. Sabía qué era eso".

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